jueves, 8 de marzo de 2012

Bitácora VI


INTRODUCCIÓN

Alucinados por la vasta sabiduría Inca, seguimos en este camino hacia las profundidades de esta cultura ancestral, desde el corazón mismo del Tahuantinsuyo. Siempre de la mano de Anita Milla y su bellísima familia, quienes están a cargo del Planetario de Cusco.
Como si no tuviéramos bastante con esta dosis extrema de historia y presente del pueblo inca, nos fuimos hacia el energético Valle Sagrado de Urubamba: el paraíso verde. El la mágica Ollantaytambo, que nos enamoró profundamente, tuvimos el privilegio de hacer un mini taller de astronomía.
Lo que siguió fue nada más y nada menos que el Machu Pichu tras un viaje alternativo al tren, cansador pero soñado. Podemos decir que estuvimos en la meca, en el meollo del asunto. Un viaje iniciático.
 
SÁBADO 4 DE JUNIO. DÍA 91

Ana y la gente del Planetario de Cusco recibían a un contingente de puertorriqueños esa noche, pero insistieron amablemente en que vayamos también. Por otra parte, el “maestro” Erwin Salazar, el astrónomo del proyecto, le había dicho que nos quería conocer, y que se ponga a nuestra disposición, ya que veníamos de parte de Phil, de Galileo Mobile. Ya desde el inicio de la charla, Ana nos sobreestimó presentándonos con hermosas palabras y un aplauso cálido.
En el pequeño planetario hay tres salas temáticas y un domo. La actividad comenzó con una interesantísima charla de Ana en una de las salas, sobre la relevancia que tuvo –y tiene- el cielo en toda la organización de la vida quechua. Habló con suaves palabras de la organización espacial, de la agricultura, las ceremonias y otros ricos temas, ante la atenta mirada de los presentes, incluyéndonos. Nombró caracteres singulares de este pueblo, que conquistó conocimientos astronómicos que a su vez le permitieron efectivizar las cosechas en torno al clima, que podían predecir con una certeza increíble a partir de los astros. La quinua (que reúne más todas las vitaminas), la papa (increíblemente alcanzada desde una planta venenosa y a la que todavía congelan por años en ciertas noches de helada, indicadas por las Pléyades) y la hoja de coca (que tiene más calcio que la leche de vaca) son sólo ejemplos del nivel de perfección alcanzado en el Tahuantinsuyo, siempre con un ojo hacia arriba. Además, Ana hizo referencia al nivel de tecnificación alcanzado en monumentales obras hidráulicas que aún perduran, en el sembradío por terrazas y en el efectivo sistema de recolección de agua en altura.
Incluso el dios Wiracocha llevaba el nombre también de “el gran astrónomo”, quien además era el “previsor” de alimentos en las qolcas, en estas tierras indómitas.
Pasamos a otra sala donde también señaló cómo el propio Cusco estaba regido por el cielo, como también Machu Pichu y Saqsawayman, en donde grandes espejos de agua reflejaban ciertas posiciones estelares para indicar tiempo y espacio.
Luego nos adentramos en cuestiones astronómicas relacionadas a la ciencia occidental, y ahí es cuando entró en escena Don Erwin, quien con un planetario pequeño mostró las principales constelaciones y movimientos celestes. El cierre de la jugosa movida fue la observación con telescopio de “la Cajita del Joyero”, Omega Centauri y Saturno. Si bien la humedad y las nubes no colaboraron, siempre es bueno escaparse un rato al más allá eyectado por el ocular de un telescopio.
Con esta referencia, va un humilde pero sincero agradecimiento por la invitación a la actividad, como una suerte de devolución parcial del noble gesto. Por nuestra parte, no solamente quedamos encantados con la interesantísima información, sino que intentaremos reproducirla con quienes no pueden acercarse a escucharla de primera mano.

DOMINGO 5 DE JUNIO. DÍA 92

Día de elección presidencial en Perú. Hay un ballotage entre Keiko Fujimori, la hija del ex presidente hoy preso, y Ollanta Humala, quien se presenta con ciertos créditos de izquierda, pero tiene un pasado militar que lo condena. Es tal el complejo panorama local, que un facho como Vargas Llosa apoya explícitamente a Ollanta. Por su parte, increíblemente, Keiko hizo campaña despegándose de la política de su padre, pero en la recta final aparentemente le aconsejaron virar 180 grados esta estrategia.
Lo cierto es que, contra muchos pronósticos, ganó Ollanta; sobre todo por el voto del interior. Cusco se inclinó mayoritariamente por la japonesa. Más de uno nos explicó que al no haber industrias, sino que la ciudad se mueve por el turismo, el discurso liberal les da cierta tranquilidad, sobre todo hacia el extranjero.
Con la Sofi salimos temprano a caminar la ciudad, a curtirla. Con el mate, la cámara de fotos y una libretita nos dejamos engullir por esta ciudad apasionante. Cada rincón y callecita nos maravilló, y cada vestigio del antiguo enclave de la Confederación Quechua nos sensibilizó políticamente. Acá está el pasado vívido, y se hace presente en cada piedra que no se somete al paso del tiempo, de gobiernos cortoplacistas, de mercenarios desalmados ni de la avalancha turística.
Como mi compañerita se va en días a Argentina, también aprovechamos para comprar algunas boludeces para llevar. Más allá del hecho mercantilista de la compra, perderse por callejones en búsqueda de una máscara de diablo para Teo, una llamita de peluche para Eloy y para Camilito o guantes de colores para Iarita nos permitió adentrarnos un poco más en los misterios y secretos que guarda la ciudad.
Más allá del vendaval turístico, que siempre tratamos de evitar, Cusco conserva una autenticidad única, que sumada a lo pintoresco de su estética pública la convierten en uno de esos lugares por los que, si el mundo fuera sólo un poco más justo, todos debieran pasar.

LUNES 6 DE JUNIO. DÍA 93

El día anterior finalmente confirmamos pasar a hacer un mini taller en el centro cultural Yatay Wasi, que coordinan unas chicas en Ollataytambo. El plan además era redondo, porque desde allí subiríamos a varios pueblitos, para terminar por fin en Machu Pichu.
La argentina Guillermina nos había contactado desde la web hace casi un año, pero recién ahora cerramos la idea por la suspensión de la escuelita cercana a Puno.
Intentamos salir temprano, pero fue en vano.
Encarando para Saqsaywaman, recorrimos gran parte de Valle Sagrado de los Incas. Al atravesar los pueblitos que conservan el estado y el espíritu precolombino, enseguida entendimos algunas de las razones por las que este pueblo culto y avanzado hizo de la zona un enclave.
Con el enérgico río Vilcanota de un lado, nos adentramos entre las montañas verdes para dejar detrás la cordillera. Poco a poco el terreno gana verde, y más colores. El cambio gradual de la vegetación también se hace sentir, como el clima más húmedo y templado.
Cada tanto tiempo, la ruta serpentina atraviesa por el medio de algún pueblito. En todos denota la presencia de la historia. Cada uno fue habitado por algún pueblo originario, incluso muchos conservan ruinas monumentales en las inmediaciones; por supuesto mucho menos conocidas que las de Machi Pichu. Así pasamos por Pisqa, Qolla, la bella Urubamba, … y al final arribamos a Ollantaytambo, donde haríamos un taller nocturno.
Ollanta es un pueblo mágico, que nos deslumbró ni bien lo vimos y a medida que lo fuimos conociendo la sensación se incrementó. Tras fértiles terrazas de distintos sembrados, la ruta se corta y comienza un pintoresco empedrado viejo, que no le cayó igual de simpático a los elásticos del Aguará.
En la plaza principal, plagada de turistas que desembarcan para seguir viaje por otros medios hacia Machu Pichu, nos esperaba Federica, la italiana que fundó y coordina el hermoso centro cultural de Yatay-Wasi (http://www.yachay-wasi.org/).
Charlamos un rato con ella y Guillermina, la argentina que nos contactó para hacer los talleres. Tuvimos tiempo para comer algo y salir a caminar por las pintorescas e históricas callecitas.
Para referirnos a Ollantaytambo, lugar que nos maravilló, nada mejor que las palabras justas de Fernando Soto: “Es uno de los pocos pueblos del Perú, por no decir el único, que aún mantiene la organización urbanística que los incas le acuñaran a ese territorio de puna, soroche y rocas. Sus habitantes conviven con el pasado, transcurriendo sus días en las mismas casas que sus vencidos ancestros levantaron mucho tiempo antes de que Pizarro y sus voraces españoles pusieran las botas en Sudamérica.
Piedras apiladas, cortadas con prolija devoción; callejuelas angostas, de paredes de adobe; algunos techos de ichu (paja) o latón, otros de tejas, y una permanente corriente de agua fresca, canalizada desde los nevados cercanos, que corre por la acequia perfecta, en el borde mismo de la vereda, le otorgan al caserío una fuerza tal que cuesta evitar la admiración o la sorpresa.
En contraste con aquel pasado material, el presente social de la gente es desolador. Hambre, desnutrición, subsistencia y pobreza. Horizontes cercanos y una cosmovisión provinciana, aunque orgullosa, confina a los otrora dueños de los Andes a una realidad de campesinos pauperizados, obedientes y humillados.
Por encima del pueblo, un pueblo museo, trepando las laderas de un cerro empinado, las portentosas ruinas del templo / fortaleza se yerguen imponentes, empequeñeciendo al caminante, y conservando gran parte del honor autóctono, que los europeos no pudieron quitarle. Ejemplo de orgullo para los cholos (mestizos) e indios, que nos hablaron de los incas como si los conocieran en persona. Clara identificación con el pasado, con los respetados ancestros, esos que nosotros, "civilizados destructores de ancianos", hemos olvidado”. (http://www.viamedius.com/relatos-de-viaje/sudamerica/peru/cusco/ruta-de-viaje-ollantaytambo-cusco).
En el Yatay-Wasi (“casa de aprendizaje”, en quechua) los chicos terminaban el apoyo escolar y el ensayo de una danza folclórica que presentarán en días.
Como no podía ser de otra manera, los chicos fueron llegando un tanto demorados, previa autorización escrita de los padres. Éramos como treinta, y se armó un tallercito rápido y corto, ya que el permiso vencía a las 20.
Hicimos unos juegos y una charla en la que se hizo foco en la significación quechua del cielo, apoyados por un pequeño planetario precario que nos donaron y el infaltable Stellarium proyectado en la pared.
Después salimos a un terreno cercano donde el tío de uno de los chicos presentes corta leña. A la tarde le fuimos a pedir permiso para usas sus instalaciones por las condiciones de baja luminosidad, y no hizo falta que nos expliquen porqué le dicen “el borracho”. Lo paradójico era que en total estado de ebriedad estaba con la motosierra en brazo, meta cortar troncos. “Así es siempre”, nos tranquilizó su sobrino.
Allí vimos la Luna y Saturno, en una fila no siempre armónica. Y seguimos de charla y contando estrellas.
Dejamos las cosas de valor donde el sereno del centro cultural porque al día siguiente saldríamos para Machu Pichu sin el auto.
Wily y Anahí volvieron a Cusco, habían estado el año pasado allí.

MARTES 7 DE JUNIO. DÍA 94

Café con Internet rapidito, y enseguida pasó el colectivo por la plaza. Habíamos decidido por economía y paisaje tomar una ruta alternativa al tren. Así que viajamos parados tres horas por una camino muuuuuy sinuoso, siempre con el precipicio al costadito, a veces demasiado cerca. Nos dejó en santa María, donde almorzamos unos sándwiches y tomamos un taxi compartido hacia Santa Teresa. El copado del chofer, el “Chino”, subió a nueve alumnitos de no más de 12 años en el baúl, más otro que se coló arriba de la Sofi sin pedir permiso. En verdad, los de atrás también subieron sin mediar palabra cuando el Chino abrió la cajuela. Así que nos divertimos una banda con los gurises como sardinas y exaltadísimos.
Cuando bajó el malón infantil, pudimos escuchar las palabras justas y certeras de la chica sentada en el asiento del acompañante. Vive en Ollantaytambo, donde trabaja en un hotel, y los fines de semana se vuelve a su pueblo, Santa Teresa. Con una claridad y una simpleza absoluta comentó las injusticias de la explotación inglesa del tren que lleva a Machu Pichu y otras tantas problemáticas de la región. Dijo que cuando intentan hacer algo, al rato la gente se cansa y baja los brazos, que “ese es el problema para cambiar las cosas”.
El camino de cornisa, con el Chino parado sobre el acelerador merece un párrafo aparte. Pese a que varias veces le pedimos que redujera la velocidad, parecía que estaba automatizado para viajar así. Pero aún: el resto de los taxis nos pasaba como si nada. En cada curva la parte de atrás derrapaba cual carrera de rally, solamente que a centímetros teníamos un terrible precipicio del que no veía el fondo, y por otra parte el auto estaba totalmente destartalado, y con las suculentas piedras del camino, adentro apenas si se podía hablar. Nos quedamos pensando con la Sofi si era mejor venir con el Aguará o no.
En Santa Teresa, pueblito hermoso costeado por el río Urubamba, subimos a una pareja de argentinos que conocimos en el camino. Iban en una moto alquilada y la dejaron allí. El Chino nos dejó en “Hidro”, la grqn hidroeléctrica detrás de Machu Pichu.
De allí en más a gamba hasta Aguascalientes. Son dos horas y media de una caminata bellísima, bordeando el caudaloso río homónimo en el medio de una selva llena de sonidos encantadores. Nos cruzamos con un carpincho enorme y los pájaros más exóticos que vimos en libertad. Nos la pasamos hablando al pedo y asándola lindo. Fue uno de esos momentos mágicos e íntimos de los que no nos vamos a olvidar fácilmente. La verdad es que se me viene a la cabeza y pienso: “realmente la pasamos bien”.
Pasamos dos túneles totalmente a oscuras. El tema era que lo hicimos caminando sobre las vías del tren, sin posibilidad de corrernos a un lado en caso de que viniese la máquina. Además, para agregarle un poco de suspenso, el torrentoso río ensordecía el ambiente, haciendo no solamente que no escuchemos el ruido del tren, sino que lleguemos a confundir ambos sonidos. Incluso, a medida que avanzábamos hacia la salida iluminada, el ruido del agua se hacía cada vez más fuerte, y realmente era imposible no pensar en la locomotora acercándose a paso acelerado hacia estas dos dulces criaturitas.
Así que, sí, ríanse, salimos de ambos túneles corriendo como locos, y a ciegas.
Como no podía ser de otra manera, tras dos horas de paso a paso, llegamos de noche a Aguascalientes.
Si bien no teníamos buenas referencias de la ciudad, a nosotros nos gustó bastante.
Es algo extraño todo allí, porque es una localidad relativamente nueva, fundada a partir del (re) descubrimiento de la ciudad sagrada de los Incas. Absolutamente todo allí se mueve en torno a estas ruinas. Y los casi tres mil locales se entremezclan sin criterio con turistas de todo el mundo, en un flujo incesante durante todo el año.
Por esto, y por la inaccesibilidad geográfica es que todo sale el doble.
El entorno no es menos peculiar: la ciudad se erige sobre dos altas montañas como colosales murallas, pero con la particularidad de que el espacio entre medio no llega a ser un valle, sino que es muy angosto, y encima compartido con el enérgico río que se hace lugar a los codazos, y que en el verano lluvioso crece generando un lío de aquellos.
Nos quedó un resto para dar una vuelta nocturna, comprar las entradas para Machu Pichu y el tren de vuelta. Después si, fritos, echarnos horizontalmente sobre una cama húmeda pero acogedora.

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO. DÍA 95

Qué difícil va a ser escribir sobre ese día.
Pusimos dos relojes despertadores y ninguno anduvo, o “andó”, que suena más lindo. Pero no nos moríamos de ganas de subir al Huainapichu tampoco. Así que a las seis encaramos caminando otra vez para el Machu. La subida es bravísima, y la Sofi con su ritmo atlético me pusieron nervioso. Era temprano y estaba fresco, pero transpiré la vida. Llegué arriba prácticamente en bolas.
Lo primero con lo que nos encontramos es una suerte de plataforma rebalsada de turistas ansiosos por entrar, pero también de tomarse su Coca Cola, comprarse su gorrito y su llavero. Todo a precio europeo. Los transportes especiales que llegan hasta la puerta van y vienen sin parar, y los contingentes de agrupan detrás del guía con su banderita alzada.
Nuestra guía no encontró a ningún otro hispano parlante suelto, por lo que nos hizo un buen precio y fuimos con ella, Roxanita. Lo primero que vamos a decir es que nos convertimos en lo primeros visitantes de uno de los centros turísticos más importantes del mundo sin cámara de fotos. Me la olvidé yo. Y punto.
Cuando tras unos metros se nos develó majestuosa la ciudad sagrada, realmente quedamos boquiabiertos, mudos.
No solamente las condiciones objetivas nos enceguecieron de belleza, sino la sugestiva preparatoria (sin exagerar, de años), más la pesada previa inmediata actúan subjetivamente para potenciar todavía más el resplandor dorado y verde del lugar.
Al tiempo, cuando fuimos conociendo los vericuetos y sólo algunos de los porqués de Machu Pichu, la maravilla estética se va tornando símbolo cultural y hasta político. Una opción. Nos la fuimos apropiando de alguna manera. Podría estar escribiendo sobre la historia Inca páginas enteras, pero aburriría (aún más). Por lo que sugiero buscar bibliografía que afortunadamente sobra y es más precisa que la mía, seguro.
Solamente decir que Machu Pichu fue erigida sólo cien años antes de la conquista (fecha que coincide con el período imperial inca), y que al momento de dejarla no estaba culminada. Pachaqutec (“el que cambia el rumbo de la tierra", en quechua), el noveno inca fue quien la ideó, y en ella se plasma toda la sofisticación del imperio, abonado por las distintas sabidurías de los pueblos anexados. Por ejemplo, la arquitectura de la ciudad sagrada está proyectada y ejecutada por ingenieros de Tiwanaku, quienes domaron a los sucesivos temblores.
Absolutamente toda la organización espacial estaba orientada con criterios astronómicos. Incluso algunos de los dispositivos son incomprensibles para la ciencia moderna. Así, por ejemplo, mediante proyecciones de sombra, o de la luz al poniente, sabían con precisión milimétrica la época del año y el momento del día. Cuando el Sol –padre del Sapa Inca- marcaba su luz tempranera que era el solsticio de junio, sabían que comenzaba el ciclo agrícola y se celebraba el Inti Raymi; en cambio cuando indicaba el de diciembre organizaban la ceremonia iniciática de Qhapaq Raimi, para que el sol no se aleje demasiado de recorrido equinoccial y vuelva a germinar la Pacha. (Para profundizar en cómo los españoles reemplazaron estratégicamente cada una de las festividades y ceremonias ancestrales por otras católicas, se puede consultar en http://sites.google.com/site/machaqmara/quecelebramos. Para comprender un poco más cómo el calendario espiritual y el agrícola se regía por los astros, http://www.astronomiaandina.260mb.com).
Básicamente la ciudad se dividía en el sector agrícola y en el urbano. Este último, a su vez, estaba dividido como la sociedad inca según el linaje. También estaba diferenciado el sector industrial y el de la educación (restringida a los hijos de los nobles), entre los más importantes. Integrando todo la plaza mayor.
Hay que señalar que la misma disposición espacial y la estructura social respondían a la cosmovisión inca, con conceptos profundos y complejos (que me superan) como el de los ayllus, la típica forma de asociación andina, basado en un grupo unido por ciertos vínculos, pero que guarda relación directa y total con la propia cosmovisión. Esta a su vez se rige por los “opuestos complementarios”, y la existencia de tres mundos: Hanan Pacha, el mundo de arriba (dioses como el sol, la luna, el rayo, las estrellas, el arco iris); Kay Pacha, el mundo de aquí (hombres, animales y plantas); Urin Pacha, el mundo de abajo (muertos y espíritus, las enfermedades).
La ciudad tuvo una importancia estratégica como nexo entre los Andes y la selva amazónica, por lo que constituyó una plaza de vital importancia para la administración política y económica. Además, justamente por su enclave geográfico, allí se experimentó el perfeccionamiento y adaptación de productos de una y otra región, para no tener que depender del trasporte. En ese sentido, por ejemplo, si bien es ceja de selva, los agricultores llegaron a cultivar la coca, que crece en yunga. Al tener la hoja una importancia vital y sagrada para todo el Tawantinsuyu, Machu Pichu representó en lugar desde donde provenía este símbolo sagrado, lo que acrecentaba aún más su importancia.
Está emplazada en medios de los apus, montañas sagradas. Y cada una de las principales circundantes tiene un nombre y una particular función en la cosmovisión. El telón de fondo es la gran Cordillera de Vilcabamba con sus nieves eternas.
Todas las edificaciones están orientadas en sentido este – oeste, para maximizar el aprovechamiento de luz solar.  También las casas están escalonadas de manera tal que ninguna tapa con su sombra a la de al lado, propagando el calor diurno para que las paredes de piedra lo conserven por la noche.
El agua era traída mediante complejos sistemas de canales y acequias desde un pozo natural, a casi un kilómetro de distancia. Era tal el conocimiento de ingeniería hidráulica, que en otos sitios similares, como la no menos hermosa Saqsaywaman, lograron subir agua casi cincuenta metros de altura, solamente ajustando la presión a partir de estrechamientos de los tubos hechos de piedra.
Pese a su fama mundial -como siempre sucede en estos casos- cuando llegó el norteamericano supuesto descubridor Hiram Birgham de Machu Pichu, ya era conocido por los pobladores de la zona, y se presume que por muchos indígenas que reservaron el secreto. Incluso dos familias habitaban la ciudad sagrada. Es un poco raro que descubran un lugar que está habitado, no? Cualquier analogía con la tristemente célebre conquista de América es pura coincidencia. Ahora se dice que fue el “descubridor científico”, lo que tampoco es cierto. Hay una lista enorme de científicos que incluso la habían cartografiado, como Agustín Lazárraga, el alemán Augusto Berns, o el norteamericano Harry Singer. Lo cierto es que hasta que el Perú conoció hace pocas décadas el movimiento indigenista, propios y extraños saquearon esta y cuanta ruina apareció por entre la mata salvaje.
Pero como dijimos al comienzo, sobre la rica historia y cosmovisión Inca, de Machu Pichu en particular, hay cualquier cantidad de bibliografía mejor que esta, para los que les interese.
Pasan por Machu Pichu más de tres mil personas diariamente, de los cuales la mayoría paga cincuenta dólares de entrada. La botellita de agua chica, de medio litro, cuesta casi tres dólares. El colectivo que recorre en diez minutos la distancia que separa Aguascalientes de Machu Pichu, como único medio motorizado para llegar, cuesta dieciocho dólares ida y vuelta. Un guía bilingüe (que estudió tres años mínimo para serlo) cerca de cuarenta dólares por día, a lo que hay que descontarle el transporte y el alojamiento en Aguascalientes, porque son todos cusqueños o limeños.
En cambio, un empleado de mantenimiento del lugar gana ochocientos soles mensuales, poco más de nueve dólares diarios: por jornada completa podría tomarse tres botellitas de agua. Y con tres días de trabajo se costearía el pasaje turístico, para seguir trabajando.
Vimos gentes sensibilizarse por las duras condiciones incaicas para trabajar la piedra. A sólo cincuenta metros de la entrada a Machu Pichu, una cuadrilla de trabajadores locales se deslomaba partiendo rocas en el medio de una nube de polvo volátil, colgados sobre la montaña, sin las mínimas condiciones de seguridad e higiene.
Con una plenitud total e indisimulable volvimos caminando a Aguascalientes. La bajada empinada y de scalones irregulares costó más que la subida.
Antes pasamos un rato largo recorriendo el museo de Machu Pichu, sumamente recomendable para quienes les apasiona esta parte de la historia de América.
En Aguascalientes, nos sobró tiempo para curtir un poco más la ciudad. Comimos en el mercado y caminamos viendo artesanías hermosas.
El tren fue una experiencia (caro, pero) muy divertida, y piadosa para los músculos cansados y los ojos de poco dormir. Tomamos el único de los trenes nacionales, ya que los otros son ingleses y chilenos. Al pasar los túneles fue imposible no acordarnos de las corridas a oscuras. Viajar en tren es espectacular, y se pasó rapisdísimo. No nos quedaba otra opción para volver a Cusco, por el vuelo de la Sofi.

JUEVES 9 DE JUNIO. DÍA 96

Antes de salir pasamos a saludar a Federica, un tana que pone el lomo en un proyecto hermoso, como el de Yatay-Wasi. Nos despedimos de ella con la sugestiva sensación de que nos hubiera gustado pasar más tiempo allí, compartiendo más momentos. Va este agradecimiento para ella, la Guille y toda la gentasa del centro cultural.
El camino de Ollantaytambo a Cusco fue tan bello como el de la ida, pero el radiador otra vez nos jugó una mala pasada. Paramos tantas veces por el recalentamiento que casi no llegamos a que la Sofi tome su vuelo.
Ya tenemos muy bien mecanizado y automatizado el procedimiento para cuando esto pasa: poco antes de los 110 grados del termómetro que le agregamos, voy carpeteando una banquina o un lugar para estacionar visible de lejos. Mi gran copiloto mientras tanto ya bombeó varias veces el vaporizador de jardinero comprado a tal fin, cargándole presión suficiente para llegar hasta el radiador desde el piso. También ya agarró una de las cuñas de minero atinadamente compradas en Chile, que es lo primero que pone trabando la rueda al bajar de un salto del Aguará.
Yo voy acelerando para que no se apague el motor. Esto no es fácil primero porque el equipo Vigía lo hace automáticamente por alta temperatura del agua; y segundo porque como tiene puesto un aceite 15W40 menos denso del que deberíamos usar, también la presión de aceite baja considerablemente si el auto queda regulando, lo que también acciona el Vigía. En caso de se llegue a apagar, debemos encenderlo rápidamente porque si no la temperatura se va a las nubes, por el corte del ventilador. Ahí tendríamos que esperar casi una hora que la temperatura baje sola.
Después, en un segundo crucial y de precisión mortal, acelero a fondo y salto con el vaporizador de agua que me dejó la Sofi, mientras que ella alcanza el pedal antes de que vuelva a la posición original, evitando el corte del motor.
De ahí en más lo que sigue es: ella acelerando y pispeando la temperatura, y yo abajo, metido dentro del auto, echándole agua al radiador. A esta altura, por el tiempo que demora en secarse el agua que le echo me voy dando cuenta la temperatura interna.
En el camping terminamos de armar algunas cositas de último momento y salimos juntos en taxi. Me dejó llorando como una boluda en una esquina. De ahí tomé un colectivo que después de una hora de viaje, me dejó en las afueras de la ciudad en el yacimiento, donde garrafa en mano intenté en vano que me la recarguen. Tuve que comprar una nueva y dejar la de Argentina, lo que era de esperar en algún momento del viaje. No sé si me dio más tristeza dejar a la Sofi o a la garrafa, que dicho sea de paso tienen una silueta parecida.
Con la nueva en la espalda, volví a tomar un colectivo hasta el centro, donde me puse a caminar buscando el regulador de presión especial. Recién después volví al camping.
Es la primera vez que nos separamos en el viaje, y también que estamos tan lejos uno del oto desde que estamos juntos. Pero no voy a usar este medio para mariconear.
Me estaba por acostar a dormir, cuando me dí cuenta de que me moría de hambre: no había comida nada en todo el día más que unas galletitas de agua con mayonesa (en dudoso estado porque se cortó la cadena de frío). Abajo de un montón de paquetes desconocidos encontré una de esas sopitas listas, y me la llevé a la cama. Primero le dí en un platito con cuchara. Después dejé la cuchara para tomarla desde el borde del plato. Para repetir me traje a la cama directamente la olla. Al rato también dejé la cuchara y me encontré tomando cual cavernícola del pico de la olla. Cuánto falta para que vuelva mi cocinerita preferida?


No hay comentarios:

Publicar un comentario